jueves, 15 de noviembre de 2007

Comentarios ponencia Laura Borrás

Como dijo Laura Borrás, la mejor actitud es renovarse o morir. La historia nos recuerda que desde su creación hace más de 5000 años la escritura ha cambiado de soporte muchas veces desde aquellas tablillas de barro de Mesopotamia hasta los últimos avances de las nuevas tecnologías. Creo que la lectura no desaparecerá por la irrupción de las nuevas tecnologías, que tampoco (eso pienso yo) son la gran panacea. Son un instrumento fenomenal para toda aquella información que necesite de rapidez, donde valga su actualidad, donde muchos puedan aportar algo desde sitios distintos ; nos permite consultar un montón de cosas (desde diferentes fuentes) sin moverse del asiento a cualquier hora del día o de la noche y con esto de las blogs y el hipertexto también podemos participar... En las bibliotecas nos han permitido dejar atrás aquellos años cuando los asientos catalográficos se hacían a máquina de escribir una a una en fichas de 12,5 x 7,5 cm y por triplicado (título, autor, materia) y el préstamo manual. Han ahorrado al usuario depender del horario de las bibliotecas de consultar el catálogo y de haber de ir una por una. Mi experiencia como bibliotecario me ha hecho consciente de que el papel social de las bibliotecas públicas es innegable ya que en muchos casos es el primer contacto de la persona con este organismo. Ello es así por el todavía escaso desarrollo real de las bibliotecas escolares y, en el caso de los segmentos de población de más edad por que muchos no fueron a la escuela (por unas razones u otras). Hoy es una realidad la extensión de los medios de comunicación social. La prensa diaria y las revistas, que se multiplican, inducen a una preocupación intelectual, social o política a capas cada vez más amplias (o sólo a satisfacer la curiosidad). La televisión que en sus inicios, a través de una cómoda y fácil presentación de imágenes pareció convertirse en un medio exclusivo y absorbente, no ha impedido la lectura reposada de un libro o los artículos y ensayos de la prensa periódica (no sólo los disputados Levante y Marca) o la expansión de CD, CR o DVD. No se trataba sólo de tener un conjunto ordenado de documentos que satisfazcan las necesidades formativas, informativas y de ocio de sus usuarios (siempre dentro de los márgenes como biblioteca general que es – es decir el usuario no encontrará material especializado ni fondo antiguo- y los limites espaciales y económicos). Ya vi como en la biblioteca Pública de Valencia la directora convencida de la utilidad de las nuevas tecnologías alentó el uso del e-mail, de internet, de bases multimedia, de los juegos para los niños, del préstamo interbibliotecario, de cursos para analfabetos digitales, de la posibilidad de reservarse obras de literatura vía internet o de hacer búsquedas bibliográficas, del convenio con varias instituciones para el préstamo colectivo, de la xarxa de lectura pública, de las muchas posibilidades que daba Absys. Además, la habilidad con las nuevas tecnologías de algunas bibliotecarias permitieron muchas iniciativas de animación lectora para niños y mayores. Las elevadas cifras de préstamo avalaban la utilidad social de una institución “viva”. Personalmente estoy muy dolido por que se haya perdido la batalla por haber de pagar el canon por préstamo, algo que veo en contra del usuario y como una medida impuesta desde el norte que no entiende la realidad del sur. Pero las nuevas tecnologías también tienen sus problemas (mucha morralla, abuso de información que hasta puede provocar desinformación, que no haya seguridad de la veracidad de la misma, algunos hablan de pérdida de riqueza de vocabulario, nuevos problemas como los derechos de autor, mantener a salvo el honor, la intimidad, los datos personales, etc). ¿ Acaso han eliminado los móviles a los teléfonos fijos? ¿La televisión al cine? No creo que las nuevas tecnologías eliminen al libro impreso tradicional. Es un elemento más de la oferta que es y será muy utilizada en algunas áreas pero no tanto en otras. Por un lado no podemos estar horas delante de un ordenador ; por otro lado en Internet tampoco se encuentra todo. Además, reconozco que en nuestro país aún quedan muchos analfabetos digitales, ante todo en la franja de los que pasan de los 50 (aunque también te llevas muchas sorpresas). Mi madre (forofa lectora; de ella lo heredé) aprendió lo justo de ordenadores en el trabajo hasta que se jubiló y mi padre ni eso. Por supuesto no tienen internet en casa. Tampoco tienen movil. Yo no cambio por nada la biblioteca que tengo en la casa vieja del pueblo, mudo testigo de las horas que disfruté mis veranos de niñez y juventud, aquellas horas cuando el astro rey obligaba a refugiarse bajo gruesos muros y las asignaturas del curso habían dejado de preocupar. No me imagino cómo lo hubiese podido hacer teniendo que usar el ordenadorEl argumento ecológico quedó frenado cuando se demostró que para realizar los nuevos libros digitales se utilizaba como materia prima elementos muy contaminantes. Desde luego si ahorran papel eso que habremos ganado. Soy un gran amante de los libros tradicionales (llamémoslos “ladrillos”). Creo firmemente en la capacidad liberadora de la cultura y la importancia de la lectura para abrir horizontes, entender otras posturas y sentir otras realidades. Para mi los libros fueron siempre mi mejor maestro (soy nieto de maestros y ellos me lo inculcaron). Me he dejado mis dineros en “caprichos irresistibles” que un amigo librero me ha puesto por delante y además disfruté como nunca catalogando una biblioteca privada de un bibliófilo valenciano enamorado de su ciudad.

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